musikene


Juan Jose - MusikenePablo Sorozábal
Juan José

(Primera grabación mundial. Libro del compositor basado en la obra homónima de Joaquín Dicenta)

Reparto: Manuel Lanza - Juan José; Ana María Sánchez - Rosa; Maite Arruabarrena - Isidra; Olatz Saitúa - Toñuela; Celestino Varela - Andrés; José Luis Sola - Paco; Simón Orfila - Cano; Alberto Núñez - Perico, Bebedor; Emilio Sánchez - Tabernero, Presidario; Mario Cerdá, Íñigo Vilas, Elena Barbé, Consuelo Garrés, Miren Urbieta - Amigos y amigas; Orquesta Sinfónica de Musikene, José Luis Estellés (dir. mus.)


[grab. Sala de Conciertos de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, Donostia-San Sebastián, 25-28 de Febrero de 2009 ]

Musikene 7 [2-CD, con ensayos, sinopsis y libreto íntegro en castellano y euskera] [TT=109:28]


Es una curiosa coincidencia que la primera y la última obra escénica de Pablo Sorozábal fueran grabadas íntegramente antes de sus estrenos. Para más inri, ambos registros congregaron a la mejor soprano y al mejor barítono españoles del momento. Las coincidencias, no obstante, terminan ahí. Los discos de 78 rpm de Katiuska estuvieron a disposición del público por un considerable precio el mismo día en que los voraces espectadores pudieron conocer la que sería sensación zarzuelística de la temporada 1931. El lanzamiento de la ópera trágica Juan José en CD, a partir del registro realizado durante los ensayos de su estreno absoluto donostiarra a comienzos de 2009, ha tenido, sin embargo, que esperar cuarenta años hasta que la obra (terminada en 1968) se ha hecho pública en forma de concierto.

Cuarenta años son demasiados. Cualquier persona que mantenga dudas acerca del señalado lugar que Sorozábal ocupa en la historia de la música teatral del siglo XX debería de escuchar este disco. Mis pensamientos sobre el estreno madrileño [reseñado aquí] se resumían con la aseveración de que Juan José era “un tesoro valiosísimo (una ópera española en tres actos con viabilidad dramática dotada además de enorme personalidad).” Una escucha más detenida gracias a este espléndido disco ha ahondado mi admiración por los méritos musicales de esta ópera a la par que me ha reafirmado en la creencia de que sólo podrá valorarse en toda su grandeza si se pone en escena. La inclusión del libreto original castellano (y de su traducción al euskera) son enormemente útiles, y aunque el sonido resulte algo lejano eso no logra ensombrecer el friso vocal y orquestal bellamente equilibrado compuesto por Sorozábal.

Pablo Sorozabal El estilo conversacional y la progresión a trompicones (salpicada de efluvios líricos que emanan ocasionalmente) deberían de ser familiares a los amantes de Adiós a la Bohemia, la "ópera chica" de 1933 que el compositor describiera como una "preparación" para trabajar sobre Juan José, el valiente drama trágico de Joaquín Dicenta poblado de pobreza y obreros hambrientos y un auténtico Wozzeck madrileño. Esta estructuración gradual podría haber ocasionado problemas a lo largo de tres actos de no ser por la existencia de leitmotivs asociados con cada uno de los principales personajes así como por el empleo de formas y ritmos bailables hispanos como el chotis, la mazurca y la habanera que ayudan a dar cohesión al drama. El sentido del ritmo teatral de Sorozábal es de una infalible precisión y su habilidad para evocar los cambios de estado de ánimo resulta tan llamativa como sorprendente.

Esta ópera no es una pieza de números cerrados. El melos mana orgánicamente de la propia naturaleza conversacional para morir en ella. Si la musa melódica de Sorozábal no es tan fértil en 1964 como lo fue en los años 30 ó 40, todavía logra forjar frases que se graban indelebles en nuestra memoria. La respuesta de un Juan José deshecho a la lectura en la cárcel de una carta que contiene la noticia de que Rosa se ha ido a vivir con su jefe es un ejemplo de ese tipo de emanaciones. El subsiguiente gozo de Rosa (justo antes de ser brutalmente asesinada) por poder disfrutar de una posición acomodada que le da acceso a la compra de bellos objetos o que le permite comer bien tiene su correspondiente reflejo musical. El primer acto es el más sometido a parones y arrancadas; el segundo, ambientado en un pisucho gélido y donde más nos acercamos a la vida de los protagonistas, tiene una perfecta factura y resulta desgarrador; el tercero es el más variado y audaz.

Como ocurre con Berg, Sorazábal emplea preludios e interludios orquestales para pintar y comentar las situaciones dramáticas. El propio crimen, como ocurre en el Wozzeck, es brutal, rápido y de una fealdad musical. Pero a diferencia de Berg, Sorozábal, en cambio, elige premeditadamente finalizar con la propia catástrofe en vez de seguir al héroe al infierno de culpabilidad que le espera. Juan José termina con un aturdido anti-héroe erguido sobre el cadáver de Rosa mientras una sólida cadencia menor contrapuesta al sonido distante de un toque de diana cuartelario nos anuncia el amanecer. El efecto es conmovedor a la par que irónico.

Ana Maria Sanchez cantando la parte de Rosa en el concierto del estrenoCon la excepción del bajo que encarna el papel de Andrés, el amigo del héroe (otra curiosa coincidencia, pues el único amigo de Wozzeck también se llamaba así. ¿Conocería Dicenta la obra de Büchner?) algo más flojo, el reparto podría ser dificilmente mejorado. Al papel titular le sienta bien la bruñida voz baritonal de Manuel Lanza, aunque el santanderino muestra una tendencia a calar en los mezzofortes; su dúo del acto II con la estentórea a la par que sutil Rosa de Ana María Sánchez resulta emocionante y está lleno de peso operístico. Olatz Saitúa (Toñuela) tiene una voz de soprano lírica mucho más ligera que contrasta bien con el instrumento más pesado de la heroína. La Isidra de la contralto Maite Arruabarrena es tan impresionante en disco como en directo (la caracterización de esta celestina finisecular a través de un motivo marcial serpentino, ligero pero contundente, es uno de los toques más brillantes de toda la partitura de Sorozábal. Simón Orfila da una marca viril al prisionero Cano mientras que José Luis Sola como el encantador Paco (el jefe malo de Juan José) se lleva muchas de las perlas líricas de la obra sabiendo sacarles el máximo partido.

Sigo tan impresionado al escuchar el disco como lo llegué a estar asistiendo al concierto ante la excelencia de la ejecución de la Orquesta Sinfónica de Musikene (la orquesta de estudiantes del Centro Superior de Música del País Vasco). Los metales resultan especialmente notables, aunque las cuerdas proporcionan el que quizá sea el momento más conmovedor de toda la partitura: el tema contrapuntístico noble y trágico escuchado por vez primera en el preludio del acto II, que el nieto del compositor me comentó que estaba basado en un boceto inédito de un poema vasco sobre la muerte. José Luis Estellés sabe marcar en todo momento los zigzagueantes tempi, y aunque el ímpetu y la agilidad de la interpretación en directo en el Auditorio Nacional de Madrid fueron mayores, éstos tienen la magnitud suficiente en esta primera lectura de una partitura que, de seguro, debe presentar muchos problemas de cohesión y equilibrio.

Habrá quienes encuentren el lenguaje a trompicones de esta ópera de un tardo-romanticismo absolutamente pasado de moda no ya para 2009 sino para 1968. Habrá otros que prefieran las zarzuelas más dulces del Sorozábal joven a la paleta armónica avinagrada que emplea para describir la rutina de la vida proletaria del Madrid decimonónico. Pero yo lo repito una vez más: En Juan José la música española ha hallado finalmente una ópera (grande) memorable, distintiva y sobre todo teatralmente viable. Sería una auténtica vergüenza nacional si el último vástago de Sorozábal no llegara a los escenarios en un futuro próximo. Y esta excelente grabación, sin duda, pondrá de su parte a favor de la causa.

© Christopher Webber 2009
Traducción española © Ignacio Jassa Haro 2010


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Crítica del concierto (en español)
Pablo Sorozábal
cd magazine
portada de zarzuela.net

1/II/2010