Luis Sagi-Vela

Luis Sagi-Vela
(17.2.1914—17.2.2013)


El legendario y estelar baritenor Luis Sagi-Vela falleció en Madrid la madrugada del 17 de febrero, día en el que hubiera cumplido 99 años. Primogénito del gran barítono Emilio Sagi Barba y su esposa, la soprano Luisa Vela, el apuesto joven tuvo un impresionante debut a los dieciocho años con La rosa del azafrán bajo la dirección musical de su propio padre, convirtiéndose desde entonces en fulgurante estrella en todos los escenarios del país. Estrenó algo más de veinte papeles protagonistas de zarzuela, con el rol central de El ama (Guerrero) como punto de partida seguido poco después por el Joaquín del clásico madrileño contemporáneo La del manojo de rosas de Sorozábalen el ahora desaparecido Teatro Fuencarral y el no muy distinto y paciente Paco de Me llaman la presumida de Alonso. Al mismo tiempo empezó a desempeñar papeles de galán en revistas con música de Rosillo y de otros autores y también montó su propia Compañía Lírica para la que realizó fichajes de relumbrón como los de las sopranos líricas Conchita Panadés y Maruja Vallojera, la tiple cómica Teresita Silva, el barítono cómico Miguel Ligero y  el famoso y más añoso rival del propio Sagi-Vela, Marcos Redondo –testimonio del interés de Sagi-Vela hacia el arte y el negocio por encima del ego–.

Luis Sagi-VelaAutoexiliado en Buenos Aires durante la guerra civil, Sagi-Vela dividió desde ese momento su tiempo entre el viejo y el nuevo mundo. Cantó zarzuela en España con su propia compañía y con la de Moreno Torroba, estrenando de este último autor la ultrarreligiosa y un poco edulcorada Monte Carmelo y La Caramba a la par que encabezó su propia compañía en el estreno póstumo de Golondrina de Madrid de Serrano y en el de Manuelita Rosas de Alonso. Quizá la mejor de estas obras de posguerra sea Maravilla, también de Torroba; la exitosa romanza “Amor, vida de mi vida”, tiempo después popularizada en todo el planeta por Plácido Domingo, fue escrita a la medida del timbre único y la tesitura característica de Sagi-Vela. En Buenos Aries cantó ópera; Edgardo en Lucia di Lammermoor y Alfredo en La Traviata (Teatro Colón, 1950) representan posiblemente el cénit de sus aportaciones en este ámbito. También participó en dos populares películas musicales (El huésped del sevillano y, en Roma, El último húsar) y grabó una enorme cantidad de romanzas de zarzuela y opereta y de arias de ópera, a las que sumó grabaciones completas de zarzuela que le proporcionarán una duradera reputación. Su trabajo para la radio estadounidense con la WOR Orchestra de Morton Gould en Nueva York, llevó su voz a un público todavía más amplio y le ayudó a ahondar su vínculo con los clásicos cubanos Lecuona y Roig. Uno de los frutos de esta colaboración fue el derroche de fantástico virtuosismo de Gould volcado en la compilación orquestal Lecuona Sinfónica (RCA), una de las grabaciones más justamente famosas en la historia del LP.

Sagi-Vela sorprendió a los aficionados madrileños el año 1960 al anunciar su retirada de los escenarios como cantante a la relativamente temprana edad de cuarenta y seis años, redirigiendo su actividad a la enseñanza vocal, la escritura y la composición musical.  Todavía transitando entre España y Argentina, actuó como mentor del joven Plácido Domingo así como de Marisol, la icónica cantante y actriz de los años sesenta, y de otros muchos cantantes españoles contemporáneos de ópera y de musical. En 1966 no pudo resistirse a realizar una vuelta momentánea a los escenarios como Don Quijote en la producción madrileña del musical de Mitch Leigh El hombre de la Mancha (junto a Nati Mistral) tras la cual volvió a sus otras actividades artísticas y de gestión. A la vez encontró tiempo para ocupar la presidencia de EMI-Odeón de finales de los años cincuenta a finales de los sesenta.

Sagi-Vela: La Zarzuela detrás del TelónSus composiciones incluyen la suite de piano para niños Fun of the Chessboard (Chicago 1939), un Ave María (UME) y la exitosa canción Cielo azul. Sus textos escritos son más sustanciales e incluyen la biografía Un cierto modo de vivir (Edaf 1981) y las evocadoras y bellamente escritas memorias La Zarzuela detrás del telón (El Francotirador Ediciones - Buenos Aires 1998), así como una Historia de la música (Anaya 1977, en colaboración con el león literario Carlos Murciano.) Continuó impartiendo masterclassesen Madrid y en Buenos Aires desde los años noventa hasta la irrupción de su reciente enfermedad. Su sobrino es, obviamente, el imprescindible regisseur Emilio Sagi, otrora director del Teatro de la Zarzuela.


¿Tenor o barítono? La amplia discografía de Sagi-Vela, que abarca desde Schubert a “The Impossible Dream” y “Ghost Riders in the Sky” pasando por la zarzuela y la ópera cubre papeles en ambos registros, con –esto resulta destacable– escasas adaptaciones. El singular atractivo de su muy cultivada voz descansa en la combinación de popular brillo tenoril y operísitica profundidad baritonil. Nunca resultó su estilo apto para todos los gustos. Algunos lo han juzgado afectado o amanerado, pero la belleza, la claridad de dicción y la pura inteligencia musical de su canto –especialmente en los papeles de barítono de mayor calado como el Don Gil de Alcalá de Penella, el Pablo de la Maruxa de Vives y el sabio y viejo Santi de ese clásico vasco que es El caserío de Guridi (junto a Dolores Pérez y a Carlo del Monte)– acalla a los más críticos.

Luis Sagi-VelaPero hay otras muchas grabaciones destacadas: pedimos perdón por la enumeración pura y llama pero algunos aficionados se sentirían terriblemente ofendidos si al menos no mencionáramos Barberillo de Lavapiés, Molinos de viento, La canción del olvido, La del soto del parral, Luisa Fernanda, El huésped del Sevillano y la extremadamente bella El asombro de Damasco, de nuevo con Dolores Pérez. Querría añadir a ellas las excepcionalmente importantes grabaciones de referencia con la misma pareja de intérpretes de los clásicos de Lecuona María la O, El cafetal y Rosa la China bajo la batuta de Félix Guerrero, sin las cuales no tendríamos apenas ideas de las intenciones instrumentales de Lecuona, habida cuenta que hemos perdido, sin rastro alguno, las partituras originales. Resultan, además, maravillosas interpretaciones por derecho propio. Pero si me viera obligado a elegir un breve ejemplo del arte de Sagi-Vela saltaría del mundo de la zarzuela a las Ständchen de Schubert de La casa de las tres muchachas (en la orquestación de Sorozábal). Como ejemplo de su epicúrea delicadeza musical, su íntegro sentido de la línea y su tono perfectamente controlado aunque ligeramente velado se trata de un auténtico diamante.

La pérdida de un hombre del Renacimiento de tan vasta cultura como Luis Sagi-Vela no es menos triste por la abultada edad con que nos ha dejado –¡qué lástima no haber vivido un año más para haber llegado a los cien!–. Su importancia como artista y promotor fue enorme: me atrevería a pensar en él como en una suerte de Dietrich Fischer-Dieskau de la zarzuela. Mientras estaba con nosotros todavía resultaba tangible una sensación de unión con la Edad de Oro de la zarzuela. Sin él, al menos sus recuerdos personales y sus maravillosas grabaciones nos seguirán acompañando.

CW, 21/II/2013
Traducción española: IJH , 21/II/2013
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